Programa de formación de formadores sobre Educación Afectivo-Sexual y Prevención de VIH-Sida dirigido a familias y APAS

Carlos de la Cruz, María Victoria Ramírez y Ana Belén Carmona. CEAPA (Diciembre 2008) La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) Medio: Programa

La Educación Sexual es necesaria. Las niñas y los niños son sexuados desde que nacieron y lo serán durante toda su vida. Si queremos, por tanto, que puedan crecer en todos sus aspectos no podemos obviar esta circunstancia. Es más, aunque quisiéramos obviarla los niños y las niñas, las chicas y los chicos, seguirían siendo sexuados y su sexualidad seguiría teniendo presencia.

Es evidente que las madres y los padres no pueden ser ajenos a esa Educación Sexual que consideramos necesaria. En realidad, no deben ser ajenos a ninguno de los aspectos relacionados con la educación. La labor de madres y padres también incluirá, probablemente, proponer y facilitar que en las aulas se trabaje por la Educación Sexual, y, además, informarse y colaborar con la misma. Pero ahí no se agota el tema. Hay una parte muy importante de la Educación Sexual que ineludiblemente se debe abordar desde las familias, y que no puede ser delegada.

De esa parte es de la que nos vamos a ocupar en el presente programa. Sin olvidar, insistimos, en que son más las personas que deberían contribuir a una adecuada educación sexual. Por ejemplo: el profesorado, el personal sanitario, los educadores y las educadoras… cada cual tiene su papel, todos son compatibles y no se trata de competir, sino de sumar esfuerzos. Por eso, cuando alguien asume la responsabilidad que le corresponde, no sólo hace bien su papel, sino que, además, se lo está poniendo más fácil al resto.

La educación sexual ha de empezar mucho antes que las relaciones eróticas se conviertan en una posibilidad. Tampoco basta con anticiparse unos meses a las primeras eyaculaciones o las primeras menstruaciones. Es importante empezar desde el principio.
 

En este programa se pretende facilitar que los padres y las madres, o las personas adultas con niños o niñas al cargo se sientan absolutamente capaces de hacer educación sexual de calidad. Y también, cuando sea necesario, sean capaces de pedir ayuda. A veces resulta más fácil animarse a hacer “algo”, en este caso educación sexual, cuando uno o una sabe de antemano con quien puede contar. Y es que, como hemos comentado, la responsabilidad de la Educación Sexual no es exclusiva de las familias, por lo que en cierto modo esa “ayuda” no es otra cosa que solicitar o promover el que cada cual asuma la responsabilidad que le corresponde. Pensemos, por
ejemplo, en el profesorado o el personal sanitario ¿serían buenos profesionales si hicieran todo lo posible por quedarse al margen de la Educación Sexual? Evidentemente no.
 

En Educación Sexual nadie sobra, todos tienen su papel:
la familia, la escuela, el personal sanitario, y otros agentes…

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