Lucas (11 años) nació con una malformación genética que hace que padezca una discapacidad del 87%, y está viviendo la reclusión en casa a causa del coronavirus «como una montaña rusa». Lo explica calmada su madre, Eloisa, curtida en mil batallas a la hora de luchar por mejorar la calidad de vida de su hijo, con un retraso muy significativo en su «capacidad cognitiva y motórica».
 
Hasta el domingo, cuando entró en vigor la limitación de desplazamiento libre, «podíamos sacarle en silla a dar un paseo, al descampado de enfrente, teniendo cuidado de no cruzarnos con nadie». Pero desde que entró en vigor el decreto del estado de alarma, prosigue Eloisa, «que permite sacar a pasear al perro, pero no a niños con un 87% de discapacidad, vivimos recluidos». En cualquier caso, añade, «me consta que Plena Inclusión está tratando que se entiendan las necesidades de este colectivo, porque la realidad es que necesitan un poco más de atención». «Cualquier cosa que deje de hacer Lucas, que es un niño que demanda al 100%, porque es absolutamente dependiente para todo (comer, beber, jugar…) es un paso muy grande para atrás», denuncia esta madre. 
 
  
Para más información: 
Loading...
Share This