Es un mensaje que nos llega especialmente, puesto que siempre lo hemos defendido y forma parte de nuestra misión: que ningún niño, esté donde esté, quede atrás. Nuestra experiencia global acredita que, en cualquier emergencia, la infancia es el grupo poblacional más vulnerable, con afectación a más largo plazo y más invisible en la toma de decisiones. 
Y en esta emergencia, la del COVID-19, no va a ser distinto. En nuestro país los menores de edad suponen el 18% de la población. Y durante el estado de alarma, sus derechos deben quedar garantizados y debemos preservar su protección.
 
Ahora que todos, en la medida de lo posible, debemos estar en nuestras casas; ahora que nuestros hijos e hijas no pueden acudir a sus escuelas, debemos pensar en las familias más vulnerables, aquellas que, en lo que hasta hace unos días llamábamos nuestra "vida normal", ya estaban en una situación precaria, en riesgo de pobreza o exclusión.
 
 
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