La adolescencia es una etapa marcada por la construcción y la consolidación de la propia identidad y personalidad. Durante este periodo, el grupo de iguales y las relaciones sociales desempeñan un papel protagonista. De ahí que la incursión y expansión masiva de las redes sociales tenga gran importancia en el desarrollo de los adolescentes.

Autores clásicos como Erikson ya postularon que, a lo largo de la adolescencia, necesitamos desarrollar ciertas cualidades. Entre ellas, la competencia, la fidelidad, la lealtad y la capacidad de amar.

Para hacerlo, se deben aprender herramientas propias y culturales. Destrezas que permitan establecer relaciones con el entorno en un periodo de importantes cambios, decisiones y asunción de riesgos. Teniendo en cuenta, además, un contexto de máxima demanda, dadas las altas expectativas depositadas en ellos.

“Estoy bien”

Un fracaso en la adquisición de estas cualidades personales conlleva una problemática psicoemocional importante en la edad adulta. Situación en la que predominan la autocrítica, la indecisión, la inseguridad, la desconfianza y la ansiedad relacional.

Este desarrollo de la identidad no es sencillo. En ocasiones, necesitamos enfrentar importantes dificultades personales para poder alcanzar el éxito en cada etapa.

Las redes sociales penalizan la exposición de estas dificultades. Premian la demostración de la cara más amable de la vida. Así, el adolescente actual construye su identidad con una necesidad absoluta de ser aceptado en ellas, con la consecuente exigencia de mostrar una imagen idealizada de sí mismo.

Esto ha repercutido negativamente tanto en la forma de verse como de mostrarse. Problemas relacionados con el control de impulsos, la propia imagen corporal o la gestión de emociones complicadas, como la tristeza o la ira, se han extendido entre los adolescentes.

Autor: Mónica Moreno Aguilera

Fuente consultada: Enlace a The Conversation

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