El confinamiento multiplica la vulnerabilidad de los menores que sufren violencia en el hogar. Ya no van al colegio, donde los profesores pueden detectar lo que ocurre. Ni se relacionan con amigos. Están solos con su familia. Si normalmente es difícil saber lo que pasa de puertas adentro, ahora aún más. Anar, que ha gestionado un servicio de chat a través de su web para asesorar a los menores de forma segura —ya está habilitado 24 horas, igual que su línea telefónica—, se ha puesto en contacto con los servicios de emergencia en 117 ocasiones durante este tiempo. Casi tres veces al día. Este es el último paso que dan las psicólogas, cuando nadie en su entorno puede protegerlos, cuando la actuación es urgente. 
 
 
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