Explícame qué ha pasado: guía para ayudar a los adultos a hablar de la muerte y el duelo con los niños.

Loreto Cid Egea / Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC) (2011) Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC)

El equipo de expertos de la Fundación Mario Losantos del Campo [+] ha publicado El duelo infantil “Explícame qué ha pasado”, una guía para adultos ilustrado por Malagón, editada por la Fundación Mario Losantos del Campo y escrita por la psicóloga Loreto Cid Egea. Se trata de un documento de excepcional valor práctico, tanto para el entorno familiar del niño y la niña que sufre una pérdida como para los profesionales que deben enfrentarse a esta situación desde el ámbito escolar, social o sanitario.

Se parte del argumento “ningún niño es demasiado pequeño para darse cuenta de cuándo una persona importante ya no está allí”. Los adultos a menudo tratamos de proteger al niño contra el dolor diciendoles poco o nada sobre lo sucedido, pero por sí mismos, muchos niños no son capaces de entender la realidad de la muerte y los sentimientos que tienen ante una pérdida.

Pueden sentirse confusos, rechazados o abandonados en un momento en que más necesitan consuelo, comprensión y seguridad.  Los adultos, que luchan para hacer frente a sus propias reacciones ante la muerte, pueden sentirse totalmente impotentes para hacer frente a los sentimientos de un niño afligido.

Los niños y los jóvenes pueden responder a la pérdida de diversas maneras, incluyendo:

– La negación: Una manera de hacer frente a algo que no es comprendido ni aceptado. El niño puede fantasear acerca de la persona fallecida, hablar de él o ella en tiempo presente, o seguir esperando a la persona en cuestión a pesar de saber que él o ella no van a volver.

– La culpa: Esto puede ser el resultado de la necesidad de encontrar una razón para la muerte. Algunos niños sienten que ellos han causado la muerte de alguna manera, o se siente culpables por estar vivos. Esta situación provoca sentimientos difíciles de gestionar.

– La ira: Esta puede ser dirigida a los compañeros que no han tenido una pérdida, a la propia persona fallecida, o hacia otros miembros de la familia. Los niños a menudo expresan su ira a través de un comportamiento rebelde y oposicionista.

– La idealización: Los niños pueden llegar a idealizar a la persona fallecida y comienzan a imitar sus gestos.

– El pánico: Ante una situación de pérdida los niños pueden desarrollar miedo de que otras personas que están cerca de ellos pueden morir, o incluso temer por sus propias vidas. Pueden sentirse inseguros y preocuparse en exceso por las personas que tiene a su alrededor.

– Las quejas psicosomáticas: Muy a menudo los niños pueden perder el apetito, tener pesadillas y aparentar cansancio la mayor parte del tiempo. Se quejan de dolores de cabeza o malestar estomacal. Algunos niños pueden llegar a quejarse de tener los mismos síntomas mostrados por la persona muerta en la fase final de su enfermedad.

 

Aunque las respuestas anteriores son muy parecidas a las que pueden mostrar los adultos en situaciones similares, en el caso de los menores hemos de contar con la complicación añadida de un entendimiento menos claro, o incluso inexistente, del proceso de la muerte, así como el hecho de que los niños no siempre tienen las palabras necesarias para expresar sus sentimientos.

Esta guía pretende ser una ayuda para los adultos para hablar de la muerte y el duelo con los niños. Su título “Explícame qué ha pasado” indica con claridad su objetivo, que es resumido por sus autores en las primeras líneas: “Ponerle palabras a este suceso no resulta nada fácil y menos aún si se trata de comunicárselo a los más pequeños. Sin embargo, la muerte es un hecho ineludible de la vida, es decir, todos los seres humanos vamos a tener que enfrentarnos a ella, por ello es importante poder disponer de recursos que nos ayuden a afrontar esta realidad de la mejor forma posible”.

Fuente: Asociación GSIA [+] 

Para más información: 

  • Fundación Mario Losantos del Campo [+] 
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