La educación a nivel mundial está marcada por la exclusión, especialmente de los pobres, las mujeres ya las minorías ya sean étnicas, sociales o culturales. La pandemia del coronavirus no ha hecho más que agravarla. El reinició de la actividad escolar debe concentrar esfuerzos en los alumnos que se han quedado atrás.
La aparición de la pandemia de coronavirus y el consiguiente cierre de escuelas ha provocado que cerca del 40% de los países de ingresos bajos y medios-bajos no apoyasen a los alumnos desfavorecidos, según estima el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 Inclusión y educación: Todos significa todos que publica este martes la UNESCO.
Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 Inclusión y educación
El nuevo estudio expone la magnitud de la exclusión en la educación a nivel mundial, agravada en estos momentos por la Covid-19, y analiza detalladamente los principales factores de la exclusión de los alumnos en los sistemas educativos de todo el mundo a través de una amplia serie de variables como el género, la edad, la ubicación, la pobreza, la discapacidad, la etnia, el idioma, la religión, la condición de migrante o desplazado, la orientación sexual o la expresión de la identidad de género, entre otras.
El informe indica que menos del 10% de todos los países del mundo poseen leyes que ayuden a garantizar la plena inclusión en la educación, por ello insta a todas las naciones a centrar sus esfuerzos en los alumnos que se han quedado atrás cuando las escuelas reanuden su actividad, con el objetivo de favorecer sociedades “más resilientes e igualitarias”.
En América Latina y el Caribe, únicamente en torno a una cuarta parte de los países tienen leyes de educación inclusiva que comprenda a todos los educandos. Chile y Paraguay destacan por ser dos de los cinco países en el mundo que cuentan con leyes de educación inclusiva que abarcan a todos los estudiantes
La directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, destacó que “es imperativo avanzar hacia una educación más inclusiva” que sirva “para estar a la altura de los desafíos de nuestro tiempo”, y resaltó la necesidad de “repensar el futuro de la educación”, especialmente tras las desigualdades que ha puesto de manifiesto la Covid-19, y que de no actuar “se obstaculizará el progreso de las sociedades”