La práctica del sexting está extendida entre los menores, que comparten imágenes íntimas para flirtear o se las envían a sus parejas. No suelen ser conscientes de los riesgos que implica, y a menudo deriva en situaciones cuya solución es compleja. Veamos cómo debemos actuar en estos casos.
El sexting, o envío de imágenes y vídeos de connotación sexual a través de Internet, es una práctica que sin duda conlleva riesgos. Estos son especialmente peligrosos cuando los protagonistas son menores, ya que la difusión descontrolada de estos contenidos repercute de forma grave en su salud emocional y psicológica. Además, el envío de este tipo de imágenes propicia otros riesgos, como el ciberacoso, la sextorsión o el grooming.
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