En algún punto de Madrid hay un edificio donde 21 psicólogas, trabajadoras sociales y sociólogas informan a las mujeres y sus familiares, conocidos, amigos y vecinos de que el maltrato no empieza con un golpe, sino con la palabra y el control. Mirar el móvil y pedir una foto por WhatsApp para saber exactamente dónde y con quién se encuentran no es más que una forma de posesión que, dentro del ciclo conocido por el que pasan los violentos, puede acabar en coacciones y vejacionjes. También en palizas, mucho más reconocibles como «agresión» sobre la mujer por «el mero hecho de serlo», dice una de las 7 abogadas que completan el equipo del teléfono del maltrato: el 016.

El código de numeración es muy sencillo, aunque todavía hay personas que se confunden con el 061 (teléfono de urgencias médicas), cuentan a ABC Cristina y Susana, dos de las mujeres de esa plantilla especializada en dar información y orientación a otras mujeres, siempre «perdidas en cualquier punto del proceso de violencia de género», y derivarlas al recurso oficial pertinente. Por ejemplo, «ante una llamada de emergencia, porque la mujer se encuentre desesperada, al borde de cometer una locura, se desvía al Servicio de Emergencias 112».
La confidencialidad, vital

El requisito que tiene que dar la mujer que descuelga el teléfono y teclea el 0, el 1 y el 6 es comunicar, únicamente, la localidad y provincia desde la que llama. No tienen nombre. Solo cuentan su experiencia. «Nosotras tampoco tenemos nombre –dice Cristina, responsable del servicio de Información y Calidad del 016–. Las escuchamos, les informamos de lo que pueden hacer y las derivamos si es necesario que consulten con una abogada u otro servicio público». Continúa: «A muchas de ellas les cuesta incluso decirnos la población desde la que telefonean. Nos ruegan que no se sepa nada de sus casos y por eso preservamos esa confidencialidad. “Porque esto es muy pequeño y él lo sabrá –dicen– y no estoy poniendo ninguna denuncia, ¿eh?”». «Quieren que quede muy claro para que él no las persiga y las amenace con que “nadie las va a creer”, con que no le va a “dar el divorcio”, como si él fuese un juez, con que “se va a llevar a los niños”, (y cuando hay niños, apaga y vámonos) o con que “la perseguirá porque si la mata, él tendrá su condena pero ella ya no tendrá nada”». La que habla, con gesto muy serio, es la responsable del departamento de Asesoría Jurídica del teléfono del maltrato, Susana.

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