El hacinamiento de más de 900 niños en el centro de acogida de La Purísima representa un foco de infección. Con el fin de prevenir cualquier posible contagio y “descongestionar” estas instalaciones, la Ciudad Autónoma trasladará a lo largo de este fin de semana a 150 chicos a un camping.
 
“Son tantos niños que es imposible mantener una distancia mínima de seguridad” 
 
Melilla sigue adelante con su aislamiento en un intento de controlar la propagación del coronavirus que, de momento, deja 24 enfermos en la ciudad autónoma, cinco de ellos ingresados en el Hospital Comarcal, uno de los cuales se encuentra en la UCI, según ha anunciado el Instituto de Gestión Sanitaria (Ingesa) de la ciudad.
 
Desde que se decretó el Estado de Alarma, el Gobierno local se apresuró en cerrar las puertas de los centros de acogida para evitar que los menores salieran a la calle, garantizar que permanecieran resguardados y así prevenir posibles contagios por coronavirus.
 
Sin embargo, la aglomeración de menores en unas instalaciones sobresaturadas y la ausencia de pruebas médicas que certifiquen que ninguno ha contraído la enfermedad antes de su confinamiento puede jugar en contra de esta decisión. 
 
El hacinamiento supone un riesgo sanitario tanto para ellos como para los trabajadores que les atienden”, afirmó, el consejero de Distritos, Juventud, Participación Ciudadana, Familia y Menor, Mohamed Ahmed Al-lal. Con el objetivo de “descongestionar” el Fuerte de La Purísima, que actualmente da cobijo a más de 900 menores, Ahmed Al-lal anunció este viernes que se trasladarán antes del domingo entre 100 y 150 niños de este centro a las cabañas de madera del camping de los Pinos de Rostrogordo, situado en los alrededores del Fuerte homónimo, un acuartelamiento militar que a inicios del siglo pasado cumplió el papel de prisión hasta su abandono y posterior recuperación como zona de ocio al aire libre hace 20 años. 
 
Faltan medios
 
Una de las principales reclamaciones que hacen empleados de La Purísima es la falta de equipos de protección individual (EPI) para evitar posibles contagios. “Sí que tenemos guantes y mascarillas, pero éstas son de papel y no sé cómo de efectivas serán… Hay dispensadores de geles e insistimos a los chicos que se laven frecuentemente, pero son tantos que es imposible mantener una distancia mínima de seguridad”, comenta uno de los educadores que prefiere mantener el anonimato.
 
En referencia a esta reclamación, el consejero de Economía y Políticas Sociales, Mohamed Mohand, apuntó que esta cuestión corresponde a la empresa adjudicataria, Arquisocial S.L., que cuenta con un departamento de prevención de riesgos laborales.
 
 
 
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