Las jornadas sobre Violencia en la Infancia y la Adolescencia de la Universidad Pontificia forman al alumnado en la prevención.

Distintos expertos han participado en la Universidad Pontificia de Salamanca en las jornadas formativas sobre prevención desarrolladas a lo largo del último mes, que ahondan en aspectos como la violencia doméstica, el acoso escolar, los aspectos psiquiátricos que condicionan la violencia y el maltrato, los principios legales en estados de violencia, las nuevas tecnologías para luchar con la violencia infantojuvenil y la situación actual del abuso sexual a menores.

Previamente a la clausura de este ciclo, el catedrático de Psicología de la USAL Féliz López ha detallado la situación actual del abuso sexual infantojunvenil en España. López es crítico y aunque reconoce que se ha roto el silencio social y profesional, así como que se han mejorado los materiales de prevención y las prácticas de policías, fiscales, abogados y jueces, sin embargo, “es bajo el número de denuncias y de detención. Se olvidan otras formas de maltrato sexual, y el riesgo de revictimización. Deben aumentarse las penas y que no prescriban estos delitos”.
 
En este sentido, el profesor afirma que hay otros aspectos que deben figurar también como maltrato sexual a menores. “No solo el abuso sexual, también las mutilaciones de genitales, la explotación sexual, la pornografía, los compromisos de casamiento de menores, no aceptar la identidad sexual de los menores, la educación sexista discriminatoria…”.
 
López ha planteado un nuevo enfoque positivo “de buen trato a la sexualidad en la infancia”, para conformar una educación sexual como marco de intervención. “Hay que plantear la prevención de los abusos sexuales en el contexto de una educación ética y responsable, de una educación sexual”, afirma.
 
Uno de los errores más graves que López cree que se podría evitar es la repetición de los abusos. “Entre el 40-50% de los niños sufren abusos varias veces, lo que incrementa su indefensión, su sentimiento de culpa. Para evitar esto, hay que romper el secreto con la educación de la familia y de los maestros”.
 
El catedrático concluye mostrando su preocupación por el uso de las nuevas tecnologías. “Antes los agresores estaban aislados, se sentían raros, ahora se apoyan en red, se felicitan”. 
 
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