El escándalo de la pederastia pulula como un fantasma por los pasillos góticos de Westminster, donde circula de boca en boca una lista negra de sospechosos que se remontan a los años 80 y que podría llegar a nuestros días. El pasado lunes, el primer ministro, David Cameron, prometió esclarecer la presunta implicación de varios políticos, algunos en activo, así como la sospechosa desaparición de 114 documentos que incriminaban en el asunto a varios parlamentarios. “Estoy decidido a que se conozca toda la verdad y aprender las lecciones de casos recientes”, aseguró con rotundidad el premier.
La policía británica ha creado entre tanto una unidad especial para estrechar el cerco a los VIPs supuestamente implicados en casos de abusos y violación de menores.
Al menos 21 nombres están bajo investigación, según informa ‘The Sunday Times’. La opinión pública británica espera con inquietud y ansiedad que afloren las identidades, aunque algunos son ya públicos y notorios (entre ellos, varios muertos ilustres). Éstos son de momento los protagonistas de un escándalo que amenaza con remover los cimientos de la política británica.
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