El cuerpo y la imagen corporal forman parte integrante del desarrollo psicológico desde la infancia y se convierte al llegar la adolescencia en un factor determinante. Es indudable la influencia de la imagen corporal, la representación del cuerpo en la mente y los sentimientos y actitudes hacia él, en este momento crítico del desarrollo en el que se vive el cuerpo como fuente de identidad, de autoconcepto y autoestima.

La presión de los modelos normativos de género y los cánones de belleza puede tener efectos perniciosos en los procesos de formación de la identidad, produciendo alteraciones de la imagen corporal, como las que se manifiestan en los trastornos alimentarios. En los últimos años se ha incrementado la prevalencia de padecimientos que vinculan la imagen corporal con la autoestima, especialmente en las adolescentes, donde los estándares de belleza y los estereotipos corporales son más rígidos. Sin embargo, la preocupación por el aspecto físico afecta a ambos sexos y la interiorización de los modelos estéticos corporales vigentes en nuestro contexto cultural empiezan cada vez más muy pronto. Según algunos autores, está provocando la búsqueda de la delgadez en las chicas y la obsesión por el desarrollo muscular en los chicos. Además, hay estudios que muestran la aparición a edades tempranas de las conductas no saludables para controlar el peso.

Si bien las causas de la insatisfacción corporal y las conductas no saludables en relación al cuerpo son múltiples, la investigación científica ha probado la influencia de los medios de comunicación y otros factores socioculturales en la sintomatología de muchos de estos trastornos. En los medios de comunicación en general y en la publicidad en particular se detecta el uso de imágenes y expresiones que establecen valores, modelos de representación y patrones de comportamiento que se alejan de los cuerpos reales de la mayoría de los niños, niñas y adolescentes.

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