El bebé -un niño- nació vivo y nada más producirse el alumbramiento acabaron con su vida de forma atroz, con un objeto cortante, provocándole heridas incisas en el cuerpo. Luego, cuando se cercioraron de que estaba muerto, lo introdujeron en una mochila junto a la placenta y al cordón umbilical. Según ha determinado el examen forense, el deceso se produjo poco antes de que un hombre encontrase el cuerpo dentro de en un contenedor de la calle Jenaro Suárez la madrugada del viernes. Habían transcurrido pocas horas desde su muerte.
La Policía Nacional descarta que el parto tuviese lugar en un centro hospitalario y mantiene abiertas varias líneas de investigación sobre el luctuoso suceso que ha conmocionado a toda la ciudad. Uno de los puntos claves de las pesquisas policiales es el ADN del fallecido, una prueba irrefutable que llevaría directamente a la madre. Pero no solo eso. El testimonio del ciudadano que halló el cadáver podría ser crucial para componer el puzle que lleve a localizar a los responsables de este infanticidio.
La progenitora podría haber contado con ayuda para deshacerse del cadáver. La primera hipótesis que manejan los investigadores es que pudo no ser ella misma la que arrojó al contener de basura a su hijo. Las circunstancias que rodean al asesinato continúan siendo una incógnita, si bien poco a poco la Policía Nacional avanza en las pesquisas para esclarecer lo antes posible los hechos. Se revisan las grabaciones de las cámaras de seguridad de varios establecimientos del barrio de Nuevo Roces y se ha tomado testimonio a decenas de vecinos por si hubieran podido observar algún movimiento sospechoso en las horas anteriores al hallazgo