Es alarmante escuchar que 25,1% de las chicas reconocen haber sufrido control por su pareja a través del móvil y que solo el 67% considera inaceptable la violencia de control (Estudio ‘Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud’ del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad). ¿Se puede ejercer violencia a través de ese dispositivo que parece tan inofensivo? La respuesta es claramente sí, y los menores también pueden sufrirla, aunque no siempre sean capaces de identificarla.

De hecho, un 6% de jóvenes y adolescentes afirman conocer alguna víctima de violencia de género que es menor de edad. La mayoría de los menores poseen su propio móvil, y es fácil imaginar que este dispositivo también pueda utilizarse para ejercer violencia, ya sea a través de mensajes amenazantes, críticas humillantes, control de relaciones y amistades, o vigilancia de rutinas y horarios. Todo esto es cibercontrol.

Es alarmante escuchar que 25,1% de las chicas reconocen haber sufrido control por su pareja a través del móvil y que solo el 67% considera inaceptable la violencia de control (Estudio ‘Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud’ del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad). ¿Se puede ejercer violencia a través de ese dispositivo que parece tan inofensivo? La respuesta es claramente sí, y los menores también pueden sufrirla, aunque no siempre sean capaces de identificarla.
 
Percepción de la Violencia de Género en la Adolescencia y la Juventud.
Delegación del Gobierno para la Violencia de Género / Verónica de Miguel Luken (2015 )
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Centro de Publicaciones
 
De hecho, un 6% de jóvenes y adolescentes afirman conocer alguna víctima de violencia de género que es menor de edad. La mayoría de los menores poseen su propio móvil, y es fácil imaginar que este dispositivo también pueda utilizarse para ejercer violencia, ya sea a través de mensajes amenazantes, críticas humillantes, control de relaciones y amistades, o vigilancia de rutinas y horarios. Todo esto es cibercontrol.
 
¿Internet marca la diferencia?
 
Sabemos que la violencia de género es un problema enraizado en la sociedad, pero las nuevas tecnologías han supuesto un medio más donde ejercerla, con unas características particulares que, usadas de forma negativa, facilitan en cierto modo el control y el acoso.
 
Educar frente al cibercontrol adolescente
 
Internet posibilita un contacto inmediato a cualquier hora del día, y en cuanto se recibe un mensaje se exige implícitamente una respuesta inmediata. Los adolescentes además, con frecuencia, ven en Internet un medio muy natural para comunicarse, haciendo que sus aplicaciones de mensajería y redes sociales sean espacios que también comparten con sus parejas, a menudo de forma excesiva. A esto se añade que las redes sociales han normalizado entre los menores la sobreexposición, con la publicación masiva de información personal y la puesta en común de rutinas y actividades.
 
De este modo, sus parejas tienen la posibilidad de conocer en todo momento qué están haciendo, dónde y con quién. Esta particularidad de Internet, puede utilizarse entre las parejas con una intención perjudicial, negativa o de control. Así, pueden llegar a creer que existe cierto derecho a conocer esta información, que se puede manipular o usar contra la otra persona.
 
Entre las conductas que se consideran cibercontrol, podemos encontrar:
  • Controlar los horarios de conexión y actividad en línea.
  • Utilizar perfiles de redes sociales comunes para poder controlar qué se publica o quiénes son sus amistades.
  • Examinar y criticar las actividades o la imagen según sus publicaciones.
  • Examinar sus relaciones sociales, conversaciones y opiniones en línea.
  • Requerir la puesta en común de contraseñas.
  • Limitar la actividad en determinados servicios, por ejemplo, en redes sociales.
  • Utilizar un lenguaje inapropiado, abusivo o sexista para dirigirse a su pareja.
  • Exigir imágenes o vídeos íntimos.
  • Estas acciones se enmarcan dentro de una relación de pareja y a menudo se sustentan en contextos de desigualdad y desprotección. El cibercontrol puede tener consecuencias psicológicas graves en los menores, como un inadecuado desarrollo de la autoestima, depresión o ansiedad. A nivel social, estas conductas suelen impedir que el menor se relacione con normalidad con sus iguales y establece patrones negativos sobre las relaciones de pareja. Por todo ello, merece una especial atención en cuanto a su prevención.
 
Pero, ¿qué hacer cuando un adolescente reconoce estar sufriendo este tipo de abusos? Ante este problema, es importante transmitir confianza, y dejar que nos cuente lo ocurrido sin juzgarle. Dependiendo de la gravedad, podemos aconsejar al menor que hable con su pareja, expresando su malestar y su determinación para no tolerar este tipo de conducta. Si a pesar de ello la situación continúa, es necesario abordar el problema poniéndose en manos de un profesional y denunciando ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Para ello, es importante guardar capturas de pantalla de los mensajes que haya recibido como prueba.
 
¿Cómo hablar de cibercontrol con adolescentes?
 
Cualquier tema concerniente a sus relaciones personales es una cuestión sensible, tanto para los propios adolescentes como para los adultos que les rodean, familias y profesorado. Pero la solución para frenar el cibercontrol no es prohibir una relación o el uso del móvil, la clave está en educarles para que sepan identificar los riesgos y enfrentarse a ellos.
 
Para seguir leyendo [enlace]
 
Loading...
Share This