Los eventos traumáticos potentes o repetidos pueden variar la estructura de sus conexiones neuronales, activando en exceso los sistemas de alarma del cerebro (sistema emocional y sensorial) y desregulando e inhibiendo el sistema de autocontrol, es decir, aquel que necesitará para calmarse y poder guiar su conducta en el futuro. Por lo tanto, proteger al niño del trauma y sus consecuencias es una condición totalmente necesaria si queremos que nuestro hijo crezca siendo un adulto feliz.
Para seguir leyendo la noticia a texto completo: [+]