Un periodista nacido antes que Internet bucea en la red social más usada por los adolescentes. Estas son sus conclusiones.
 
Tres razones. ¿Por qué estás en Instagram? “Porque es la manera de socializar. Es una carta de presentación”. ¿Qué es lo mejor de esa red? “Que es muy visual”. ¿Y lo peor? “Que es un poco superficial. Y la falsedad (nadie es de verdad como sale en Instagram)”. Quien responde es Alba, 17 años. Cumplirá 18 en mayo. No le alcanza para votar en las elecciones generales. Podrá hacerlo en las europeas, autonómicas y municipales. Abrió su cuenta de Instagram en 2017. La siguen 491 personas. Sigue a 434. Dice que está en la media de su edad en cuanto a seguidores —”que es lo que cuenta”—: entre 300 y 600. El éxito empieza a partir de los 2.000. 
 
EL ÁLBUM IDEAL. “Para los posts te guardas las fotos más curradas”, dice Alejandro, 15 años. Se abrió el perfil hace dos, es decir, uno antes de lo legal. No tuvo más que mentir en el trámite (que lleva un minuto). “Nunca subo nada comprometido”, se excusa. Nadie reconoce subir nada comprometido. Suben lo más “currado”, generalmente, retratos muy posados del titular de la cuenta. Es su carta de presentación. Por eso abundan —debidamente filtrados por la cámara o el ordenador— los gestos de anuncio, los sensuales y los melancólicos. También los alegres o cuidadosamente espontáneos. Una escenografía de película o videoclip. “Sesioneo”, lo llaman. “Cuando conoces a alguien le pides el Instagram. ¿El teléfono? Ese es otro paso”. Entre esos retratos no abundan ya, por poco elaborados, los selfies, que se reservan para las stories: publicaciones que desaparecen a las 24 horas. Instagram nació en 2010, Mark Zuckerberg, dueño de Facebook, compró la compañía en 2012 y en 2016 lanzó esa herramienta para competir con Snapchat, hasta entonces, referencia como red de mensajes efímeros. 
 
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